Las buenas o malas formas en los despidos y/o las despedidas

Fui despedido, después de 6 años como Director Comercial Regional de una multinacional española, cuyo nombre omitiré, tras haber multiplicado por 9 su facturación, a lo largo de esos 6 años.

¿La razón?, en el 6º año, tras un crecimiento continuo alrededor del 45%, año tras año, se nos pidió un crecimiento del 70%.

En el mes de abril, anterior al “día de autos”, tuve una tensa reunión con el Director General y con el Director Comercial Nacional, en la que se me cuestionaba por estar creciendo sólo otro 45% (por 6º año consecutivo) en lugar del 70% exigido para ese año.

Tras varias críticas y reproches, con voz en grito, el Director General pronunció, poco más o menos, las siguientes palabras:

  • Ahora mismo te coges el avión y te vuelves a Barcelona (la reunión era en la central de Madrid) y le dices a tu gente (22 comerciales) que a partir de ahora vais a trabajar, cada día, hasta las 9 de la noche. Y ésta noche llamaré poco antes de las 9, y quien no esté, que se atenga a las consecuencias.

Tras intentar razonar con él infructuosamente, tras argumentarle que esa medida no tenía ningún sentido, que los clientes a esas horas no estaban y eso no haría incrementar las ventas y que, por contra, sería perjudicial, tras agotar todas las vías de razonamiento posible, no me dejó otra opción.

Pensé en mi mujer y mis hijas, en mi casa, en mi situación personal, en mi edad (en puertas de los 43 años), y pensé en mí, todo ello pasó por mi mente a una velocidad vertiginosa. Cogí aire, respiré profundo y, mirándole fijamente a los ojos, le dije:

  • Mira, el avión lo vas a coger TÚ, ahora mismo a Barcelona te vas
    a ir TÚ, a mi gente le vas a decir TÚ que trabaje hasta las 9 de la noche, porque yo no voy a hacer nada de eso, y no les voy a pedir que trabajen hasta las 9 de la noche, porque eso ni aporta nada, ni tiene ningún sentido.

Y me sentí feliz y liberado como pocas veces.

Como es imaginable, la reunión acabó entre más gritos encolerizados por su parte, echándome de su despacho, tardaron como 3 meses en encontrar a “mi sustituto” y menos de un mes en despedirlo (bravo por el autor del proceso de selección). Y tardaron poco más de un año en cerrar la delegación

de Barcelona

El despido ocurrió, exactamente, el 8 de agosto del 2002 (a días de cumplir los 43), hace ahora 18 años (ya soy mayor de edad). Y ese día de abril, cuando respondí lo que respondí, confirmé que mis principios y valores no se pagaban, ni se pagan con dinero.

Soy “fuego” según el modelo @Bridge, “asertividad, exenta de tacto” pero, como me gusta decir, sólo cuando la situación lo requiere.

Y hoy puedo decir, más convencido que nunca, que: “donde no te quieran, no vale la pena estar ni un minuto más”. Y quizás Messi lo sienta así.

Está bien que no se deban perder las formas, estaría muy bien que fuese por ambas partes, pero, hay tal cantidad de formas, como de personas. Y las empresas están compuestas de personas.

Y si considero que no pasa nada por perder las formas, en alguna ocasión, lo que no debemos perder nunca, nunca, nunca, son nuestros valores y, para que nos respeten, debemos empezar por respetarnos a nosotros mismos.

Dedicado a todas las personas que luchan por sus valores y son fieles a ellos.